sábado, 28 de febrero de 2015

¿SABES LO QUE SE PIERDE TU HIJO 
POR NO ESTAR EN CONTACTO 
CON LA NATURALEZA?

Un grupo de investigadores estudia los efectos de lo que se ha denominado 
«trastorno de déficit de Naturaleza»
Ni videojuegos, ni películas ni series de televisión, ni aplicaciones informáticas... Nada puede sustituir lo que un niño aprende en plena naturaleza. El olor de las flores, el vuelo de las mariposas, el viento en su cara... Experimenta todo lo que existe a su alrededor. Un grupo de investigadores ha constatado ahora que, además, el medio natural hace a los niños más fuertes para afrontar el estrés y ser más respetuosos con el medio ambiente. En definitiva, contribuye a su bienestar.

Los expertos llegaron a esta conclusión mientras intentaban conocer y definir un nuevo trastorno denominado «trastorno de déficit de Naturaleza», es decir la falta de contacto directo con el medio natural. «La vida cotidiana actual nos aleja de los espacios naturales y nuestro sistema nervioso y el funcionamiento psicológico requiere contacto continuo con la naturaleza para nuestro bienestar. Al fin y al cabo, vivimos en las ciudades desde hace poco», explica José Antonio Corraliza, catedrático de Psicología Ambiental en la Universidad Autónoma de Madrid, uno de los investigadores en colaboración con Silvia Collado, investigadora de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Mayor bienestar
«Solo nos damos cuenta del bienestar que proporciona la Naturaleza cuando estamos en el medio natural, cuando damos un paseo por el bosque o tenemos frente a nosotros unas vistas maravillosas», matiza el profesor. En el caso de los niños, lo ha podido comprobar. El equipo de Corraliza realizó un estudio entre mil niños teniendo en cuenta la naturaleza que se encontraba cerca de su domicilio. Se establecieron tres grupos: aquellos que disfrutaban de elementos naturales cerca de su domicilio (jardín propio, árboles, parque, vistas de la casa...), los que tenían la naturaleza a una media distancia y los que la tenían lejos.

«Vimos —explica Corraliza— que los niños que vivían más cerca de elementos naturales tenían menos estrés percibido. Esto no quiere decir que si se separan sus padres o se muere su abuelo o tienen sobrecarga de deberes no se estresen, sino que disponen de mayor capacidad para afrontar estos eventos». Además, los niños en contacto con la naturaleza cuentan con mayor conciencia ambiental.

Los investigadores también han comprobado que el «trastorno de déficit de Naturaleza» se puede producir en cualquier entorno. Tanto en la ciudad como en el medio rural, a ambos han llegado los nuevos hábitos infantiles y se ha incrementado el consumo de nuevas tecnologías. «Un niño ya puede jugar al tenis con la Wii», insiste el investigador.

El «trastorno de déficit de Naturaleza» se vincula, a su vez, con cuatro patologías: aumento de la obesidad, enfermedades respiratorias, déficit de atención con hiperactividad e hipovitaminosis D(falta de la vitamina D, que se obtiene en buena medida de la exposición al sol).
Por eso, Corraliza aboga por romper los actuales hábitos infantiles, centrados en las nuevas tecnologías, y recuperar los espacios naturales públicos: jugar en la calle, en jardines, en parques, aprovechar salidas al campo los fines de semana, a granjas... Por ejemplo. «Se puede aprender cómo es una mariposa a través de un microscopio, pero motiva más si se ve la mariposa al aire libre», concluye el profesor.

viernes, 27 de febrero de 2015

MONOGRÁFICOS DE CARPINTERÍA
Con el anuncio de la primavera retomamos nuestra carpintería, en esta ocasión con dos monográficos:
-Un saltamontes con patas móviles y ruedas.
-Una casita de tronco.
Es ideal para madres, padres, abuelos, abuelas, tíos, tías, padrinos, madrinas...
No dejéis de inscribiros por teléfono en el 983 471 554 en horario de secretaría, o por correo electrónico en waldorfvalladolid@gmail.com
Os deseamos un buen fin de semana.

jueves, 26 de febrero de 2015

AUTOEDUCACIÓN


Hoy os compartimos un vídeo de nuestros compañeros, amigos y colegas de profesión.
Esperamos que os guste.

lunes, 23 de febrero de 2015

Ayer “El Puente Azul” tuvo la suerte de participar en el foro de educación de las IV Jornadas de los pueblos del Sequillo en Medina de Rioseco, en un entorno estupendo y conociendo a personas muy involucradas en el mundo de la educación, lo cual es siempre muy enriquecedor.



domingo, 22 de febrero de 2015

ONCE MANERAS DE APLICAR LA PEDAGOGÍA WALDORF EN CASA.

Desde que Sunflower empezó el curso pasado a ir a la escuela Waldorf de Mallorca, nos dimos cuenta rápidamente de cómo la escuela ha tenido una influencia muy positiva, no sólo en ella, sino en nuestra familia.

Nos ha aportado muchas cosas; más estructura y ritmo, y por tanto una vida más relajada y fluida, más paz,  más música, más cuentos, más comunicación, más disfrute…

Creo que la forma de entender y mirar al niño que promueve la pedagogía Waldorf, tiene aspectos que son muy buenos y contagiosos,  y todas las familias, aunque no lleven a sus hijos a una escuela de este tipo, pueden beneficiarse de ello.

Por eso, hoy he preparado 11 propuestas o maneras fáciles que te permitirán ofrecer a tus hijos algunos de los beneficios de la pedagogía Waldorf en casa.


Para que te pongas más en situación, aquí te expliqué con más detalle qué es la pedagogía Waldorf, pero te diré que es una pedagogía que parte de un profundo conocimiento del niño y del desarrollo humano, que busca educar al niño comouna persona completa, y no sólo centrándose en su desarrollo académico.

Los primeros siete años, tan importantes para su futuro desarrollo como adulto (te expliqué algo de esto aquí), son unos años en los que los niños tienen un granpotencial de aprendizaje, sobre todo por imitación, y en el que dos de sus necesidades importantísimas son el movimiento y el juego libre.

Partiendo de estas ideas básicas, aquí van las 11 propuestas, todas ellas las aplicamos en nuestra casa:

(1) Juego libre, juguetes naturales y arquetípicos
Permitir que el niño pueda jugar de forma libre en casa con juguetes no muy definidos.

Cuanto menos definido y más arquetípico sea el juguete, más espacio hay para la imaginación y el juego creativo del pequeño.

Por eso, en una familia Waldorf es habitual que encuentres un rincón de la casa concestas en las que habrá bloques de madera naturales, conchas, piñas, piedras, sedas, cintas, animalitos de madera o de punto,…

De lo que se trata es que los juguetes permitan al niño que sea él quien piense y decida de qué manera quiere utilizarlo y que no sea la empresa de juguetes la que lo haga

Así un coche de madera de repente puede ser camión de bomberos, o de policía, u otra cosa. Y una piña, puede pasar de ser la comida de las ardillas, a una silla, o una montaña,…

Se necesita este tipo de juego para el desarrollo creativo y emocional sano de un niño, pues permite conectar al niño, y sin duda, es la mejor base para el desarrollo intelectual posterior.  

(2) Jugar al aire libre, cuanto más mejor
Ya te expliqué aquí, que en una escuela Waldorf se considera que jugar en un jardín, al aire libre, es casi un derecho de los niños. Que tengan opción de subirse a los árboles, recoger flores u hojas, jugar con piedras, cavar agujeros en la arena, jugar con agua,…

Es a través del movimiento que el niño se conecta consigo mismo y con su entorno. Además, jugar en la naturaleza permite que el niño vivencie de forma más intensa y completa el ritmo de las estaciones.

Sin embargo, actualmente existe una tendencia generalizada de desnaturalizar los parques infantiles, y ya casi no quedan parques con arena, o piedras, todos están asfaltados. Hace poco, de hecho, asfaltaron uno de los parques preferidos de Sunflower, y se llevó un gran disgusto cuando se dio cuenta que ya no podría jugar más con las piedrecitas del suelo, con lo que le gustaba.

Parece que si el niño toca la arena, la tierra o las piedras, o la hierba, es malo, se va a ensuciar o hacer daño. Desde mi punto de vista, esto lo único que hace es desconectar a los niños, de ellos mismos (de su interés natural por explorar) y de su entorno, mostrándoles una realidad como si fuera perjudicial o dañina. ¿Y cómo puede crecer un niño al que no se le permite jugar y tocar a su aire? Inseguro y desconfiado, como poco.

(3) Aparca la televisión y los entretenimientos de pantalla tanto como sea posible
La mayoría de padres solemos ir con cuidado con lo que ven nuestros hijos en la tele. Menos mal, aunque he de decir que en nuestro caso prácticamente no vemos la tele.

Y es que, que vean dibujos animados, o una película infantil, no es el verdadero problema. No es tanto el contenido (aunque para la pedagogía Waldorf también puede serlo) pero sobre todo es lo que supone estar mirando la tele o jugando con la pantallita.

Para empezar el niño tiene que estar quieto. La necesidad natural de un niño pequeño es estar en continuo movimiento, por lo que cuando está sentado un tiempo prolongado, absorbido por la excesiva estimulación audiovisual, está haciendo algo que no es natural, reprime su necesidad primaria de moverse.

Y esto puede tener consecuencias negativas, algunas ya muy extendidas como el famoso déficit de atención con hiperactividad (TDAH).

Además, hay otra cuestión para la pedagogía Waldorf, muy importante. Las imágenes interrumpen el desarrollo de su imaginación. El niño se ve bombardeado por imágenes externas, que acaban sustituyendo sus propias creaciones y respuestas naturales.

Por ejemplo, si nunca antes has visto a Blancanieves y alguien te narra su historia, seguramente la imaginarás en tu mente de una manera determinada, pero una vez que hayas visto la versión de Disney, ya es muy difícil imaginarla de otro modo que no sea como la que presenta la película.

Digamos que la tele corta las alas al potencial creativo de los niños.

(4) La importancia del ritmo en la familia
Vivimos rodeados de los ritmos de la naturaleza (día y noche, fases lunares, estaciones, las mareas…). Nuestro cuerpo está lleno de ritmos (corazón, respiración, el ciclo de la fertilidad femenino, ritmos circadianos del metabolismo).
Sin embargo nuestro ritmo de vida occidental nos ha alejado de los ritmos de la naturaleza, lo que nos ha desconectado a muchos de los mensajes y los ritmos de nuestros propios cuerpos, y por tanto hemos olvidado la importancia del ritmo en la vida diaria.

La pedagogía Waldorf sostiene que los niños que disfrutan de una vida regular confían en su mundo y no les preocupa la incertidumbre de lo que pasará después.

Como los pequeños están tan centrados en el cuerpo y la imitación, el ritmo en casa constituye una guía para su vida, creando buenos hábitos, ayudándoles a centrarse en su aprendizaje y desarrollo,  a la vez que evita los enfrentamientos y las discusiones familiares a la hora de comer, o a la hora de ir a dormir.

Con un ritmo, los niños entienden que cada cosa tiene su momento. Hay un momento para jugar y hacer lo que le apetece, otro para comer, otro para lavarse los dientes, o ir a dormir.

La verdad es que esto lo hemos comprobado en primera persona, y nos va genial.
Por ejemplo, en casa, además de las rutinas para levantarse, o ir a dormir, donde hacemos cosas a modo de ritual, como cantar la canción de buenos días mientras nos vestimos, también tenemos un menú específico para cada día de la semana(igual que en su escuela) lo que ayuda a estructurar y dar orden a nuestro día a día respecto a las comidas. Y la verdad con lo que me costaba organizar este tema (no soy nada cocinillas), de esta manera es mucho más fácil.

Así Sunflower sabe, por ejemplo que los días que come arroz, por la tarde va a psicomotricidad. O que el día que come pasta, es el último de la semana que va al cole y empieza el fin de semana de descanso.

Además, los niños tan pequeños todavía no tienen nociones claras sobre el tiempo, y así poco a poco lo van interiorizando y estructurando.

Por otra parte, establecer ritmos en casa va genial para aquellos niños inquietos y nerviosos, pues está más que demostrado que el ritmo en la vida hogareña ayuda a calmarlos, porque así su vida consiste en una serie de acontecimientos en los que ellos pueden participar y les proporcionará una sensación de seguridad.

 (5) En la mesa, siempre una vela encendida
Comer todos juntos, alrededor de la mesa, con una vela encendida.

Esto es algo que hemos incorporado a nuestro día a día y nos gusta mucho.

El ritual de encender la vela nos sirve para centrarnos en ese momento de encuentro, de comunicación, de nutrición afectiva y familiar, que además viene de la mano del alimento.

Es como una reverencia que convierte la ocasión en un momento de mayor unión familiar.

Para ello, en casa tenemos un pequeño centro que vamos decorando según la estación y la vela está encendida en todas las comidas que compartimos en familia.
Aquí puedes ver nuestra vela del otoño, junto con algunas que hemos utilizado en estaciones anteriores. Y también nuestra vela de invierno.

(6) Canciones, juegos de falda y rimas de dedos
Las canciones infantiles y los juegos de dedos y de falda tienen un gran valor en el Jardín de Infancia Waldorf, pues aportan muchos de los ingredientes que consideran importantes como ritmo, sonidos y movimiento, conectando cuerpo, corazón y mente.

Alguna vez te he hablado de Tamara Chubarobvsky, logopeda holística Waldorf, que hace una labor muy buena de dar a conocer  canciones, rimas y juegos de dedos que pueden favorecer el desarrollo de una infancia sana.

Muchas de sus rimas y juegos de dedos los tenemos incorporados en nuestro día a día familiar, como la de la gallina para pasar de un estado alto de activación a uno de más calma, o la del chaparrón, los días de lluvia. Si te interesa conocer más, ella distribuye unos DVD's que son geniales. Nosotros los tenemos todos.

(7) Preparar con tiempo y celebrar las festividades
Esto es el algo que también ofrece consistencia y ritmo en el día a día, así como una manera de conectar con la cultura, la tradición y el patrimonio de nuestra comunidad.

En realidad los preparativos de la fiesta son casi más importantes que la fiesta en sí.

Antes de una festividad como puede ser Navidad, de lo que se trata es de ir ofreciendo cada día al niño una gotita, para que vaya procesando, entendiendo e interiorizando lo que va a pasar.

Esto no es de un día para otro montar el árbol de Navidad, el belén y atiborrarlo de regalos, todo deprisa y corriendo. Así el niño se siente sobresaturado, y no llega a comprender qué está pasando.

El calendario de adviento es una forma muy buena de preparar la Navidad con los niños, por ejemplo.

Esta Navidad pasada preparé este palo de adviento, en el que cada día el gnomo del adviento traía un pequeño presente de uno de los cuatro reinos terrenales. Y para montar el Belén, cada día llegaba uno de los personajes, hasta que finalmente el día 24 llegó el bebé Jesús. Y luego también se fueron poco a poco.

Otra de las fiestas que también preparamos con antelación es la de San Martín, una semana antes empezamos a cantar sus canciones, y preparamos estos farolillos de papel, para acudir a la fiesta del farol.

(8) Que los niños participen en las tareas domésticas
Esto es muy importante para fomentar su autonomía, y además permite que los niños trabajen con sus manos, lo que acaba desarrollando la motricidad y la inteligencia.

Tareas domésticas como barrer el suelo, limpiar la mesa, o las ventanas, coser, tejer, preparar la comida,…

Es aconsejable no frenar su interés por querer hacer las cosas, aunque su ayuda nos vaya a retrasar. Y siempre debemos enseñarle con nuestro ejemplo. No importa dar órdenes o largas explicaciones, simplemente un “Mira, se hace así”.

Eso sí, hay que cuidar el gesto, hacer las cosas con gracia, evitando movimientos o gestos violentos.

(9) Cultivar las actividades artísticas
Esto se puede hacer de muchas maneras, pero pintar con acuarelas, es una opción muy buena, ya que permite estimular la creatividad, y vivenciar y experimentar el color de forma intensa.

Las acuarelas que utilizan en las escuelas Waldorf son de la marca Stockmar, que además de ser naturales, tienen una muy alta pigmentación y pintar con ellas se convierte en toda una explosión de color.

Lo ideal es que los niños puedan pintar en papeles de gran formato, para que puedan hacer movimientos amplios, lo que beneficia su desarrollo físico y espacial.

No importa el dibujo acabado, de lo que se trata es que pueda experimentar con la pintura y el color, y deje volar su imaginación.

(10) Tener una mesa de estación en casa
En esta entrada que publiqué en otoño, te expliqué todo lo que tienes que saber sobre las mesas de estación Waldorf, o mesa de la naturaleza.

Ahora mismo en casa tenemos montada la mesa del invierno, con el Rey Invierno como principal protagonista.

(11) Cuentos de animales y de hadas
Los cuentos tienen tantos beneficios: estimulan la imaginación, la comprensión, el pensamiento,…

Incorporar un cuento al menos a la hora de ir a dormir es algo bastante fácil de hacer para casi todas las familias.

En las escuelas Waldorf los cuentos que más recomiendan  para niños pequeños son los de animales y los de hadas, y una muy buena recomendación son todos los de los hermanos Grimm.

Además cada día se narra un cuento mediante un teatrillo de mesa, como ya te presenté en este libro de Tamara Chubarovsky, que permiten conectar con el espectador a un nivel mucho más profundo.

Creo que podría seguir esta lista, pero me he centrado en los aspectos más esenciales que nosotros aplicamos en casa.

Te invito a que incorpores algunas de estas sugerencias en vuestra vida familiar, y pronto comprobarás los beneficios.


viernes, 20 de febrero de 2015

IV JORNADAS DE LOS PUEBLOS DEL SEQUILLO
EDUCACIÓN & FUTURO

“El Puente Azul” participa en las IV jornadas de los pueblos del Sequillo en Medina de Rioseco.

Nos hace mucha ilusión participar el sábado a las 17:15 hr en este foro de educación en el Alfoz de Valladolid “para compartir y descubrir nuevas miradas sociales y de la educación”


¿Os animáis a venir?

miércoles, 18 de febrero de 2015

MÁS MOMENTOS DE CARNAVAL
Más momentos de carnaval. Aunque nos faltó un fotógrafo oficial, pudimos tomar algunas imágenes que hablan por sí solas. Fue un día divertido, entrañable, preparado con muchísimo cariño. Cada detalle se cuidó al máximo y se vio en el resultado final, en el que varios niños agradecieron "un día tan especial”... lo cual alienta a perseverar en la ilusión de cada día.

Gracias a todos.

sábado, 14 de febrero de 2015

¡HÁBLAME BONITO! 
LA IMPORTANCIA DE CÓMO HABLAMOS A NUESTROS NIÑOS

Si decimos que hay palabras y maneras de hablar que matan,  que hieren,  que enferman y que condicionan negativamente el desarrollo del niño, es que también hay palabra y maneras de hablarle al niño, que apoyan su desarrollo y su integridad.

El contenido de las palabras, frases como “eres tonto”, “eres vago” etc, es evidente que daña el núcleo del ser del niño, pero como vemos en muchos artículos actualmente, el tono y la manera de comunicarnos también puede dañar o ayudar al niño. “Ponte la chaqueta”, es una frase “neutral”, pero si constantemente digo frases de este tipo, aunque no gritando, pero con un tono seco, duro, lineal, entonces también le hago daño.  El grito y el hablar agresivo es nocivo incluso  desde el punto de vista fisiológico: En la primer infancia el pulmón aún está aprendiendo a respirar, contantes “sustos” provocados por el grito adulto, crean  una contracción y parada respiratoria, que a largo plazo dará un patrón respiratorio y un funcionamiento del pulmón más débil.

En nuestras manos está  pues, hacernos cargo, responsabilizarnos de nuestra manera de hablar, tanto respecto a las palabras que usamos como al tono y melodía.  En los Talleres de Voz una y otra vez compruebo la falta de conciencia que se tiene respecto a ese “tono subliminal” que emitimos al hablar. Se tiene poca conciencia respecto a que si nuestro tono es duro y siempre emite una energía de cierto enfado, o si por el contrario es demasiado  blando y “ñoño” y nuestro NO, tiene poca consistencia. Justamente la mamá que tiene este patrón,  cuando no consigue su objetivo, después de cinco somos poco eficientes,  grita otros cinco y nos ponemos histéricos!. El punto medio, hablar con claridad, pero desde la asertividad, con seguridad, presencia y energía, pero sin atisbo de agresividad, es todo un reto. Prueben decir ¡Ponte la chaqueta!, con tono lineal pero ascendente, lleno de entusiasmo.

También debemos aprender a hablar  con un tono cálido, envolvente, redondo, que no se nos haga “cursi”, que no sea ni el truco del canto, ni el truco de la vocecita ñoña, infantiloide, con la que muchas mamás y educadores se dirigen a los niños, como si fueran idiotas (perdón). Los niños quieren escuchar personas de verdad, auténticas, verdaderas y con control y conciencia de sí mismas, -que esto no se contradice-. SI tengo un tono de voz amplio y profundo (es mi caso), en el diálogo directo con los niños (no es el caso de las rimas, donde llevo la voz muy delante para estar en el tono del niño) puedo dirigirme desde esta voz amplia, que es mi verdadera voz, pero con conciencia del gesto que empleo, procurando que sea cálido y amoroso, o si la situación lo requiere, firme, pero libre de emociones negativas.

Algo muy extendido entre las maestras jardineras Waldorf, para que no haya “peligro” en caer en un tono duro, es el de hablar a los niños cantando, (en pentatónico) “Pon te la cha (re, re, re,re –alto) que ta (sol, sol)”- Podríamos usar este “truco”, ya que es muy eficaz, para dirigirnos al grupo, en frases como “Todos los niños se ponen la chaqueta”, pero nunca en el diálogo directo. En la comunicación Yo-Tu, Tu-Yo, es la palabra la que reina, así es nuestra comunicación humana. El canto tiene otras maravillosas cualidades, crea ambiente, nos une como grupo, nos “eleva” y distiende, pero no está en la escancia del dialogo.

En fin, sé que lo que les propongo es un gran reto, pero se trata del futuro de nuestros niños y por ende de nuestra sociedad…Transformándonos a nosotros mismos, empieza la transformación del Planeta. ¡Animo, que merece la pena!

¿y cómo lo hacemos?

Es posible, trabajarnos estas cosas, la manera de hablar se puede entrenar,  en un primer momento se trata  sobre todo de ganar auto-conciencia y auto percepción respecto  a nuestro tono y tipo de frases que hacemos, para desde ahí poder ir corrigiendo. En los Talleres “Mejora tu Voz y capacidad comunicativa”, especialmente “Expresividad y Asertividad”, van en esta línea. Aunque también básico, y mucho, es si nuestra voz suena bien, libre de ronqueras y disfonías. Un lenguaje bien articulado y con un tono saludable, también genera una buena disposición de patrones respiratorios  y de lenguaje en el niño, ya que por empatía orgánica, sus cuerdas vocales vibran como las nuestras y si nosotros a todos los niveles “vibramos positivo”, ¡más vibración positiva para la vida del niño!.

Y aquí va un consejo para empezar el cambio ya:

Rudolf Steiner nos recomienda lo siguiente: Si has nombrado al niño durante el día (o durante la jornada escolar en el caso de los maestros) con un grito o tono duro, antes de despedirte, vuelve a decir su nombre entero, amorosamente. Así podemos “reparar “ mucho del daño hecho. Lamentablemente muchos padres y maestros dicen el nombre completo del niño, justamente para regañarlos,  relacionando el niño su nombre, su identidad entera, a nivel inconsciente, con algo negativo. Enfadados  los adultos dicen ¡Alejandro! Y con “buen rollito”, ¡Ale!. Desde mi experiencia respecto a  la importancia de ser nombrados con nuestro nombre entero, ya que aúna potencialmente nuestros talentos y cualidades innatas, os invito a cuidar la manera en que nombramos a nuestros niños: nombrémoslos aceptando todo su potencial (nombre entero) y bonito…

www.vozymovimiento.com

Tamara Chubarovsky, Octubre 2013

viernes, 13 de febrero de 2015

jueves, 12 de febrero de 2015

¿QUÉ DEBE SABER UN NIÑO DE CUATRO AÑOS?

Hace poco, en un foro sobre la educación de los hijos, leí una entrada de una madre preocupada porque sus hijos, de cuatro años y año y medio, no sabían lo suficiente. "¿Qué debe saber un niño de cuatro años?", preguntaba.

Las respuestas que leí no solo me entristecieron sino que me irritaron. Una madre indicaba una lista de todas las cosas que sabía su hijo. Contar hasta 100, los planetas, escribir su nombre y apellido, y así sucesivamente. Otras presumían de que sus hijos sabían muchas más cosas, incluso los de tres años. Algunas incluían enlaces a páginas con listas de lo que debe saber un niño a cada edad. Solo unas pocas decían que cada niño se desarrolla a su propio ritmo y que no hay que preocuparse.
Me molestó mucho que la respuesta de esas mujeres a una madre angustiada fuera añadirle más preocupación, con listas de todo lo que sabían hacer sus hijos y los de ella no. Somos una cultura tan competitiva que hasta nuestros niños en edad preescolar se han convertido en trofeos de los que presumir. La infancia no debe ser una carrera.

Por todo ello, he decidido proponer mi lista de lo que debe saber un niño (o una niña) de cuatro años:
1. Debe saber que la quieren por completo, incondicionalmente y en todo momento
2. Debe saber que está a salvo y debe saber cómo mantenerse a salvo en lugares públicos, con otra gente y en distintas situaciones. Debe saber que tiene que fiarse de su instinto cuando conozca a alguien y que nunca tiene que hacer algo que no le parezca apropiado, se lo pida quien se lo pida. Debe conocer sus derechos y que su familia siempre le va a apoyar.
3. Debe saber reír, hacer el tonto, ser gamberro y utilizar su imaginación. Debe saber que nunca pasa nada por pintar el cielo de color naranja o dibujar gatos con seis patas.
4. Debe saber lo que le gusta y tener la seguridad de que se le va a dejar dedicarse a ello. Si no le apetece nada aprender los números, sus padres tienen que darse cuenta de que ya los aprenderá, casi sin querer, y dejar que en cambio se dedique a las naves espaciales, los dinosaurios, a dibujar o a jugar en el barro.
5. Debe saber que el mundo es mágico y ella también. Debe saber que es fantástica, lista, creativa, compasiva y maravillosa. Debe saber que pasar el día al aire libre haciendo collares de flores, pasteles de barro y casitas de cuentos de hadas es tan importante como practicar la fonética. Mejor dicho, mucho más.
Pero más importante es lo que deben saber los padres:
1. Que cada niño aprende a andar, hablar, leer y hacer cálculos a su propio ritmo, y que eso no influye en absoluto en cómo de bien ande, hable, lea o haga cálculos después.
2. Que el factor que más influye en el buen rendimiento académico y las buenas notas en el futuro es que leer a los niños de pequeños. No las fichas, ni los manuales, ni las guarderías elegantes, ni los juguetes y ordenadores más rutilantes, sino que mamá o papá dediquen un rato cada día o cada noche (o ambos) a sentarse a leerles buenos libros.
3. Que ser el niño más listo o más estudioso de la clase nunca ha significado ser el más feliz. Estamos tan obsesionados por tratar de dar a nuestros hijos todas las "ventajas" que lo que les estamos dando son unas vidas tan pluriempleadas y llenas de tensión como las nuestras. Una de las mejores cosas que podemos ofrecer a nuestros hijos es una niñez sencilla y despreocupada.
4. Que nuestros niños merecen vivir rodeados de libros, naturaleza, utensilios artísticos y la libertad para explorarlos. La mayoría de nosotros podríamos deshacernos del 90% de los juguetes de nuestros hijos y no los echarían de menos, pero algunos son importantes: juguetes como los LEGO y las construcciones, juguetes creativos como los materiales artísticos de todo tipo (buenos), los instrumentos musicales (tanto clásicos como multiculturales), disfraces, y libros y más libros (cosas, por cierto, que muchas veces se pueden conseguir muy baratas en tiendas de segunda mano). Necesitan libertad para explorar con estas y otras cosas, para jugar con montoncitos de alubias secas en el taburete (supervisados, por supuesto), amasar pan y ponerlo todo perdido, usar pintura, plastilina y purpurina en la mesa de la cocina mientras hacemos la cena aunque lo salpiquen todo, tener un rincón en el jardín en que puedan arrancar la hierba y hacer un cajón de barro.
5. Que nuestros hijos necesitan tenernos más. Hemos aprendido tan bien eso de que necesitamos cuidar de nosotros mismos que algunos lo usamos como excusa para que otros cuiden de nuestros hijos. Claro que todos necesitamos tiempo para un baño tranquilo, ver a los amigos, un rato para despejar la cabeza y, de vez en cuando, algo de vida aparte de los hijos. Pero vivimos en una época en la que las revistas para padres recomiendan que tratemos de dedicar 10 minutos diarios a cada hijo y prever un sábado al mes dedicado a la familia. ¡Qué horror! Nuestros hijos necesitan la Nintendo, los ordenadores, las actividades extraescolares, las clases de ballet, los grupos organizados para jugar y los entrenamientos de fútbol mucho menos de lo que nos necesitan a NOSOTROS. Necesitan a unos padres que se sienten a escuchar su relato de lo que han hecho durante el día, unas madres que se sienten a hacer manualidades con ellos, padres y madres que les lean cuentos y hagan tonterías con ellos. Necesitan que demos paseos con ellos en las noches de primavera sin importarnos que el pequeñajo vaya a 150 metros por hora. Tienen derecho a ayudarnos a hacer la cena aunque tardemos el doble y trabajemos el doble. Tienen derecho a saber que para nosotros son una prioridad y que nos encanta verdaderamente estar con ellos.

Y volviendo a esas listas de lo que saben los niños de cuatro años...
Sé que es natural comparar a nuestros hijos con otros niños y querer asegurarnos de que estamos haciendo todo lo posible por ellos. He aquí una lista de lo que se suele enseñar a los niños de esa edad y lo que deberían saber al acabar cada curso escolar, a partir del preescolar.

Como nosotros estamos educando a nuestros hijos en casa, yo suelo imprimir esas listas para comprobar si hay algo que falte de forma llamativa en lo que están aprendiendo. Hasta ahora no ha sucedido, pero a veces obtengo ideas sobre posibles temas para juegos o libros que sacar de la biblioteca pública. Tanto si los niños van al colegio como si no, las listas pueden ser útiles para ver lo que otros están aprendiendo, y pueden ayudar a tranquilizarnos sabiendo que van muy bien.

Si existen aspectos en los que parece que un niño está por detrás, hay que darse cuenta que eso no indica ningún fracaso, ni del niño ni de sus padres. Simplemente, es una laguna. Los niños aprenden lo que tienen alrededor, y la idea de que todos deben saber esas 15 cosas a una edad concreta es una tontería. Aun así, si queremos que las aprenda, lo que tenemos que hacer es introducirlas en la vida normal, jugar con ellas, y las absorberá de manera natural. Si contamos hasta 60 cuando estamos haciendo la masa de un bizcocho, aprenderá a contar. Podemos sacar de la biblioteca libros divertidos sobre el espacio o el abecedario. Experimentar con todo, desde la nieve hasta los colores de los alimentos. Todo irá entrando con más naturalidad, más diversión y muchas menos presiones.
Sin embargo, mi consejo favorito sobre los niños pequeños es el que aparece en esta página. 

¿Qué necesita un niño de cuatro años?
Mucho menos de lo que pensamos, y mucho más.

Alicia Bayer 
Bloguer en 'A Magical Childhood'

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia